sábado, 7 de enero de 2012

Soy feliz en mi mundo de colores.

A menudo la gente confunde unos términos con otros. Esa gente, me suele preguntar si estoy loca. No. Evidentemente no estoy loca. Lo mio no es locura, sino felicidad. Yo no grito por la calle. Expreso lo que siento delante de la multitud que camina por allí. No bailo y canto sin control. Bailo y canto porque yo me identifico con la música que escucho. A las ocho de la mañana siempre me levanto con una sonrisa porque no encuentro razones para hacer lo contrario. Vivo un mi mundo de colores en el que las noches son de color azul celeste y las nubes de algodón de azúcar. Las sonrisas tienes sabor a menta y los besos sabor a fresa. El aire huele a hierba recién cortada y el humo a tierra húmeda. En mi mundo, la gente regala abrazos gratis y las chicas jóvenes no sufren por amor, ya que hay cosas más importantes que hacer que pasarlo mal por un hombre. Un lugar donde el agua del mar es dulce y no salada. Un sitio donde la gente no tiene vergüenza de mostrar al mundo su identidad. Un mundo donde las lágrimas son de colores y donde las amigas están por delante de cualquier otra cosa. Un lugar donde abundan las sonrisas y los corazones solitarios. Este es mi mundo. Lo siento. Yo soy así. Cambiaría mil veces el irme de fiesta un sábado, por ver una sonrisa de oreja a oreja, sea de quien sea.





Se acabaron las tonterías.

Tiraría la toalla. Mis piernas ya no me responden. No siento los pies. Seguir por este camino es imposible, pero me prometí a mi misma que no iba a rendirme. Y es asi. Ya no puedo darme la vuelta. Ya no puedo detenerme. Si. El camino es largo y hay que andarlo. Habrá baches y no solo quiero superarlos sino que puedo superarlos. Tengo capacidad para conseguirlo y lo se. Se acabaron las gilipolleces. Ahora que he empezado no puedo parar. Ahora quiero pisar fuerte. Ahora quiero comerme el mundo.