sábado, 28 de abril de 2012

Hagamos un llamamiento a esas tonterías que nos hacen sonreír.

Últimamente, he visto que todas las entradas que solemos leer a diario son de amor, desamor y amistad. ¿Por qué? ¿Dónde están todas esas gilipolleces que nos alegran la vida? Nadie.
Por la música que oímos cuando estamos mal, cuando estamos bien o simplemente cuando queremos y necesitamos escuchar música. Por las cámaras que dejan reflejados todos esos momentos inolvidables. Por esas risas contagiosas. Por el ketchup que siempre termina manchando esa camiseta nueva que te has comprado. Por las pipas que te comes sentada en un banco al lado de tus colegas. Por el fútbol que te alegra o te deprime un sábado por la tarde. Por los amaneceres a las seis de la mañana. Por la lluvia que cae mientras caminas con tus botas de agua pisando los charcos. Por ese ruido tan inexplicable pero peculiar de las hojas secas de otoño. Por los chistes malos que nos hacen reír. Por las sudaderas grandes y largas. Por esa ducha tan relajante después de un largo día de rebajas por Madrid. Por el olor de la tierra húmeda tras una tormenta veraniega. Por esa persona especial que siempre estará dispuesta a darte un abrazo. Por los rotuladores de colores. Por esos padres pesados pero indispensables. Por ese mejor amigo que siempre va a estar ahí para ayudarte. Por la almohada que recoge tus pensamientos más íntimos y te consuela por las noches. Por el cloro de la piscina que siempre te deja los ojos como botijos. Por el último trozo de pizza por el que todos se matan por conseguir. Por esas nuevas amistades que te cambian la vida. Por esos amores platónicos que siempre serán eso, amores platónicos. Por esos regalices kilométricos que siempre habrá con quien compartilos. Por esos amores de verano que esperas que sean algo más que un simple amor de verano. Por las zapatillas Nike que siempre harán que te sientas único. Especial. Por los idiotas que siempre nos hacen reír. Por las toallas que ponemos encima de la hierba húmeda después de una tormenta de verano. Por esos lugares románticos donde ha habido mil y una historias de amor. Por esas canciones que siempre nos recuerdan al verano. Por todos esos minutos que hemos perdido esperando a esa persona que no es la adecuada. Por todas estas gilipolleces que sí, todos las disfrutamos pero ninguno puede darlas este honor. Sí. Será una gilipollez, pero gracias a esto, muchos de nosotros, podemos sonreír. Gracias.



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