sábado, 21 de abril de 2012

Por esas casualidades que nos alegran la vida.

Estaba perdida. No encontraba la brújula que pudiera ayudarme a salir de ese laberinto sin salida. Apenas encontraba el camino. Estaba en un pozo sin fondo del que no tenía ni idea de cómo salir. Hasta ese momento. Ese instante que cambió mi vida. Ahora sí puedo decir que soy feliz. Ahora me río de los demás, e incluso de mi misma. Me río de mis antiguos sentimientos y de mis estúpidos miedos. Me río de los chistes. Me río del color del cielo. De las paridas de mis amigas. De la patata de móvil que tengo. De los castigos de mi madre. Porque todo es un chiste comparado con toda la mierda con la que estuve encerrada durante tantos meses. Ahora sí puedo decir que la música suena por encima de los problemas. Que amor y rap es todo lo que necesito. Que lo que la gente piense de mí, me importa una mierda. Que quiero comerme el mundo, no la cabeza. Que he podido averiguar quién me quiere y quién me hará llorar. He aprendido muchas, muchísimas cosas. He vuelto al lugar en el que he vivido toda mi vida. He desconectado. He conocido gente que me ha cambiado la vida. He sonreído. He recuperado amistades que yo creía perdidas. No he olvidado el pasado, al fin y al cabo soy humana y no estoy hecha para olvidar, sino para vivir con él. En fin. He cambiado mi vida. Ahora ya no lloro, sonrío. Ya no me lamento, me levanto. Ya no lo dudo, lo hago.



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